Interior de la Ermita

La única nave de la ermita se cubre mediante bóveda de cañón de estructura poco frecuente, presenta diseño con acusado peralte sustitutivo quizás, de una cubierta de madera anterior.

En 1736, se finalizó las pinturas de la bóveda del Santuario, con un magnífico programa iconográfico desarrollado sobre la bóveda de la iglesia, de autor desconocido aunque probablemente de la escuela llerenense, y evocando de forma directa creaciones de grandes maestros. Por estas fechas debió colocarse el Retablo mayor.

El Camarín, se terminó a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. La obra del Camarín, exigió la ampliación de la antigua Sacristía, prolongándose más allá del espacio ocupado por la capilla mayor hasta el límite del propio camarín. Es de planta cuadrada, sobre la que emerge un cuerpo octogonal con linterna de media naranja, de clara influencia barroco-renacentista.


La Capilla Mayor, que se abre a la nave central por un gran arco toral, reduce su anchura a poco más de 5 metros y su profundidad es de 4 metros y setenta y cinco centímetros. Dicha capilla se divide en dos tramos, señalados en superficie por delgadas columnas adosadas y se cubre con bóveda de crucería. El testero queda ocupado por un hermoso ejemplar de retablo barroco de tres calles, con abundante profusión de elementos escultóricos casi de bulto redondo, que se adaptan a los ochavos de aquel también en altura, al dotársele de cascarón de paños triangulares. En la calle central a los pies de la imagen titular, se colocan las imágenes de bulto del rey Jayón y su hija, a través de un gran ventanal (lugar en el que se coloca la imagen) queda abierto el Camarín, estancia de planta cuadrada con pilastras en los ángulos que facilitan el paso a las pechinas de la cúpula. El acceso a dicho Camarín se logra por espaciosa escalera que arranca de la sacristía, estancia también abovedada por cañón sobre lunetos y dividido por dos tramos en fajón, con una superficie de 9,15 X 4,25 metros.

Los maestros pintores recurrieron a compartimentar el espacio de la bóveda de la nave de la iglesia en grandes recuadros, insertos en una retícula formada por una fantasía grotesca a base de figuras femeninas aladas de raíz vegetal y carnosos roleos. De esta manera logran veinticuatro rectángulos que, junto con los dos cuartos de círculo del muro del coro alto, hacen posible el desarrollo de otras tantas escenas del libro Génesis. Cada una de estas escenas se numeran, del 1 al 26, para formar determinados bloques, ya que no siguen linealmente el texto bíblico y se acompañan de la pertinente leyenda extraída del mismo texto. La historia de la creación, paraíso, destierro e hijos de Adán y Eva (Caín y Abel), se distribuye en doce escenas (nº 1-12), la de Abraham desde su encuentro con Melquisedec hasta el sacrificio de su hijo, en otras cinco (nº 13-17), la del Diluvio desde la Torre de Babel hasta el Sacrificio de Noé, en cinco (nº18-22). Las cuatro restantes se destinan a la historia de Issac y Rebeca (nº 23-26).

En la bóveda del coro se han dispuesto, a los ángulos, cuatro bellas figuras femeninas, acompañadas de diversos atributos, que vienen a representar los cuatro puntos cardinales y los signos correspondientes del Zodiaco.

La superficie de los muros se decoran en la parte superior con un simulado entablamento por el que discurre un original friso de poderosos roleos vegetales, en el que se insertan figurillas y algunos animales. Un continuo de rectángulos, bajo este entablamento, acoge alternamente, un tema floral y una estación de Vía Crucis. Por fin, en la parte inferior, aflora un continuo de cuerpos prismáticos en sesgo, en cuyos netos se dibuja una ventana de arco conopial, produciendo así la ilusión de un ordenado paisaje arquitectónico.

Entre 1550 y 1575 varios elementos del templo se cubrieron con azulejería (de la Cartuja de Sevilla) las gradas del Altar Mayor, los asientos que rodean el templo y los frontales de los altares laterales.

En la actualidad se encuentran restauradas la mayor parte de las pinturas excepto las que hay tras los retablos laterales y el Altar Mayor, cuyo retablo también está en proceso de recuperación.

La ermita es declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento el 2 de octubre de 1993.